Gabriel Carrión, 10:49/26-01-2021
Asisto desde marzo de 2020 al esperpento generado por la ineptitud política entorno al COVID-19. Aquella semana del 12 de marzo me pilló en un hospital donde los médicos y todo el personas sanitario y administrativo negaba que aquella historia de la pandemia fuera a ser cierta. Su negligente actitud les llevó a ser el grupo más infectado de la primera ola, junto a las personas mayores a las cuales se las descuidó durante los tres primeros meses del año, en este y otros países.
Luego comenzó el baile de decisiones políticas erróneas y de utilización ideológica de la pandemia. Desde el principio se nos mintió sobre el número de muertos, sobre las causas y sobre las consecuencias. Se dejó al albur de traficantes de información (el nuevo periodismo) cimentar creencias de una índole y de otra. Se callaron las bocas de los disidentes que cansados de tanta mentira comenzaron a no creer demasiadas cosas. Se les llamó terraplanistas y se les insultó y sigue insultando en medios de comunicación. Sin embargo muchos de esos «terraplanistas» han venido dando información que luego ha resultado ser veraz.
La OMS, la mayor organización mundial sobre la salud, mintió, tergiverso y manipuló a la opinión pública mundial sirviendo de soporte a las idas y venidas de políticos ineptos, quizá desbordados. Nos dijeron que mascarillas utilizar, luego que dichas mascarillas no protegían, nos dijeron que el COVID-19 se contagiaba de una determinada manera, luego de otra y al final seguimos sin saber exactamente que es y como se contagia realmente.
Estamos sirviendo de cobayas a las multinacionales farmacéuticas con el tema de las vacunas, nos hablan de la cepa británica, la brasileña o la sudafricana, cuando es de sobra conocido que el virus ha mutado muchas más veces, según un alto cargo del mando militar americano: 4.000. Ahora sabemos que las vacunas no inmunizan, algo que no nos cuentan, tan solo que nos ayudan a delimitar los síntomas haciéndolos leves. Se habla de dos dosis, cuando con la vacuna de Moderna se está comentando que quizá debido a la premura se necesite una tercera dosis de refuerzo.
Si eres crítico hasta pueden llegar a insultarte en televisión. En un programa en España escuché como llamaban ¡Hijos de Puta! a unos jóvenes que, desafortunadamente, habían quedado para realizar una fiesta clandestina hartos de tanta desinformación y llevados del estrés que produce el confinamiento sistemático de la gente. Es ese periodismo infame.
En cuanto a las pruebas de antígenos y cuantas se realizan para saber si estamos o no infectados, se ha destapado ya que en algunas de ellas el marcador de error puede estar entorno al 50%. Hemos enviado a gente a su casa sin saber realmente si estaban enfermos o no. Una vergüenza.
No han sido capaces de generar un protocolo para proteger las residencias de ancianos, cuando se ha demostrado que con cierta asepsia se podía conseguir. Existen centros donde desde el principio aplicaron de buena fe ciertas restricciones que han dado sus frutos. Quizá el gerente o la gerente de alguna de esas clínicas debería aspirar a ser ministro o consejero, o simplemente concejal, en vez de ese ejército de ineptos que entorno a la salud nos ha tocado en suerte.
¿Cuanta gente ha muerto por cerrar quirófanos o llenas los hospitales de enfermos de COVID? ¿Por qué no se dejó en manos de expertos reales, de esos médicos que habiéndose curtido en pandemias en África, advirtieron lo que iba a pasar? Se habló de crear dos líneas sanitarias una la del COVID y otra la ordinaria, pero nunca mezclar a todos los enfermos en determinados espacios, sobre todo si la enfermedad era tan contagiosa como afirmaban.
¿Por qué no se han utilizado grandes hoteles como hospitales y así poder dar un respiro a la hostelería, generando otro tipo de ingresos, especializando a la gente, etc.? ¿Por qué se sigue metiendo el miedo a la gente e insultan su buen criterio, cuando en general, hace lo que puede?
¿Porqué me insultan a mi si lo estoy haciendo todo bien, desde que el 14 de marzo declararon un estado de excepción que no termina nunca y del cual son muchos de ustedes, señores políticos y técnicos responsables?
Me fui a comprar con todas las medias, utilicé las mascarillas adecuadas y tome precauciones. Me encerraron, me dijeron cuando tenía que salir y ahora seguimos igual. Miren, no me parece justo que me sigan insultando. En este país, a día de hoy, existen cerca de 2.600.000 casos confirmados, de los cuales más de un 70 por ciento ya se curaron. Se habla de alrededor de 65.000 fallecidos, sin saber realmente si los mató el covid, o simplemente éste fue tan sólo un acelerante de otras dolencias, tal y como ocurre con la gripe.
Lo que está claro es que la ciencia no ha sido capaz de organizarse para controlar un tema que se les ha ido de las manos, y los políticos y sanitarios con poder tampoco. Entendiendo que muchos trabajan diariamente para hacer todo lo que pueden, vaya para ellos mi respeto y admiración. Pero permitan que abrace un cierto escepticismo cuando observo a los políticos huyendo de sus cargos dejando el trabajo a medias o poniéndose las vacunas saltándose todos los protocolos en función de sus propios intereses o miedos.
Sólo recordar que como yo, cerca de 43.000.000 de personas en este país lo están haciendo bien y que no nos merecemos que nos condenen a colas del hambre, paro, perdidas patrimoniales importantes o deudas infinitas con bancos y usureros. Seamos serios, quizá a los que habría que confinar sería a determinados políticos que se han lanzado al juego del control, tratándonos como estúpidos.
Las soluciones siempre han estado claras pero la voluntad de aplicarlas ha sido nula. Vamos por la tercera ola, cuando nunca salimos de la primera. Espero que se pongan de acuerdo y cuanto todo esto pase si a las productoras de vacunas les da la gana de suministrarlas a tiempo todos ustedes dimitan y nos dejen a los ciudadanos elegir de nuevo, siempre y cuando el moderno periodismo ideológico nos lo permita.
Y por cierto: ¿por que me siguen manipulando si lo hago todo bien?.