Gabriel Carrión, escritor. 12:29/03-02-2021.
El presidente ruso Vladimir Putin es un personaje ciertamente contradictorio, pero no tonto. Todo el mundo sabe que este ruso ortodoxo quiere por encima de todo a su pueblo, por lo tanto cuando puso a trabajar a todos los científicos de su país en la consecución de la vacuna contra el COVID cuando comenzó la pandemia. nadie dudó de que lo conseguiría. Desde la siempre vieja Europa, capitalista y ultra cristiana, cualquier cosa que provenga de un régimen considerado comunista, algo que ya es tan solo un recuerdo en la nueva Rusia, no es mirado con buenos ojos y eso ha pasado también con la vacuna SPUTNIK V.
Han hecho falta tan sólo 30 días para que los laboratorios farmacéuticos demostraran su rapiña, su cara más atroz y nos dejaran claro que a ellos, los miles de muertos que se puedan producir por el retraso en la vacunación no les importan una mierda. Ellos a lo suyo en un mercado de oferta y demanda que nos debe obligar a todos a no pensar en estas empresas como las salvaguardas de las salud, porque no lo son. Y claro la Unión Europea, siempre con retraso ha mirado en otra dirección y como si de una película de James Bond se tratase está intentando conseguir «La vacuna que vino del frio». Como siempre tarde, mal y nunca es como llegará. Ahora cuando se ha demostrado a nivel mundial que es efectiva en un casi 92% nos vamos a poner a valorar si puede ser aplicable en Europa. España agarrando sus decisiones con papel de fumar juega al dicho: «lo que diga Europa» y así nos va. En según que asuntos, dar un golpe sobre la mesa, y ser más incisivos y autoritarios no nos vendría mal, pero este desgarbado presidente y su ejército de incapaces nos han llevado a un estado tan lamentable que ya no me quedan epítetos que dedicarles.
La vacuna rusa debería estar aquí desde hace meses. Con ella deberíamos estar vacunando ya y con cualquier otra que nos llevara a conseguir tiempo, un tiempo preciso para que se puedan seguir investigando otras vacunas en nuestro país. No se precisa, como dice Unidas-Podemos nacionalizar las farmacéuticas, porque no se puede hacer, no se pueden nacionalizar empresas americanas o alemanas o británicas; estos voceros del oscurantismo no saben ni en que país viven; pero quizá si se puedan apoyar proyectos, que los tenemos y generar una industria entorno a determinadas investigaciones controladas por el estado. Más de momento deseando estoy por sentir un escalofrío sobre la piel de mi hombro cuando la SPUTNIK V me la taladre. La de AstraZeneca no quiero ni verla porque si Bélgica ya no vacuna con ella a los mayores de 55 años, a mi ni me rozan con la aguja.. Por cierto que a la vacuna más testada del mundo, la CHINA, tampoco le haría ascos.